ALEJANDRINOS A LA VIDA

Princesa en la galaxia del planeta azulado.
Movimiento ondulante, ojo del tiempo antiguo. Chispa etérea del agua. Eléctrica molécula.

Alquimia de la síntesis preñando los océanos.

La luz inventó guiños con parpadeos de plata. Jugó el viento contigo a transportar tu sino abriendo las fronteras a tu alada gestancia y la sed se volvió agridulce y pagana.

El tiempo más remoto dejo crecer su barba. Bebió la saciedad del moho averdinado. La savia de la hierba acunó lo incipiente y el calor amarillo acarició la escarcha.

Te despertó el relámpago sacudiendo tu oído y fue tu primer nota de agreste pentagrama, de cerco a la paciencia en la escala de sombras que inventó nuevas notas de creciente sonido.

La espuma en las cascadas dosificó su infancia.
Aleteó el batirse del ave sobre el aire. Su grito eclosionado descabalgó a la niebla, reiterativo trueque de invisible abundancia.

Delirante el suspiro que te atrapó en la brisa. Con las manos abiertas refulgió tu destino, multiplicó el gateo, el reptar y el alzarse. La tristísima lluvia derramó su sonrisa.

Del inhóspito suelo mamó el clavel su sangre. Recitó el arco iris su primer soliloquio que engalanó laderas, enraizó los ribazos, dislocando el secreto del color vocerante.

Cantaron los olores, los sabores danzaron
en el vaivén agreste de inflamado reguero y tú, VIDA, seguiste tu exponente porfía. Tu odisea de péndulo no mereció descanso.